martes, 31 de julio de 2018


El NOA y su Patrimonio Textil

 En Argentina existen una diversidad de paisajes, culturas y climas asombrosos y entre ellos la Región del Noroeste Argentino, el NOA, es de una belleza particular. Abarca las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. La unidad presenta ambientes de contrastes intensos, limitada hacia el oeste por la Cordillera de los Andes en alturas que rondan los 6000 m.s.n.m. y extensos llanos hacia el este. En un momento dado puedes estar caminando entre la niebla y el verde exuberante de la nuboselva y pocas horas después transitar zonas de extrema aridez como la Puna de Atacama.
Una región de lo más fascinante de la que hay mucho que decir; pero me limitaré a un aspecto de lo más atractivo de la provincia de Jujuy: el patrimonio textil andino; tan singular como el paisaje y la cultura de sus pueblos originarios.
En el NOA, los cerros exponen sus venas de colores en una paleta única que termina por aferrarse al cielo azul intenso y entonces intuyes el porqué del colorido tramado de los tejidos andinos. Los matices vienen de la tierra misma. De la naturaleza. De ser parte de ella y a la vez distinguirse del paisaje. Si te atavías con los tejidos del NOA llevas contigo al cardón solemne, al sol brillante, al fruto pequeño rojo o púrpura de los arbustos, a la laguna turquesa escondida entre montañas. Eres cobre y plata; eres simple pero único; estás sólo, pero ligado a todo.
La luna y las estrellas inspiraran a las tejedoras, el viento le da grosor a la prenda, el agua lava las impurezas de las fibras y el sol sella el tono final.
Cuando rozas con tu mano un tejido andino, percibes historia, voces familiares cercanas al fogón, silencios de viento corriendo entre los cerros. Lo que tocas es tradición. Es herencia, es identidad transmitida oralmente de una generación a otra.
Las fibras utilizadas son principalmente las de camélidos (llamas, vicuñas y alpacas) que una vez recolectadas, seleccionadas y limpiadas comenzarán a hilarse en hilos de diferente grosor. Pueden hilarse torsando la fibra a la derecha o a la izquierda y dependiendo de la finalidad de la prenda es que se utilizarán unos u otros ovillos.
El siguiente paso será el teñido de los hilos mediante tintes naturales hechos a base de raíces, minerales, hojas, frutos, tallos, insectos, musgos, etc. Es la naturaleza la que a través de diferentes técnicas se impregna en la lana mediante los tintes para pronto ser parte del tejido.
Una vez seleccionados los hilos de los colores con los que se desea trabajar, se procede al urdido que implica disponer los hilos de manera paralela en el telar combinando los colores para iniciar luego la trama. Y entonces sí, la pieza comienza a tomar forma y significado.
Los diseños, así como muchas herramientas de tejeduría se transfieren de madres a hijas, de abuelas a nietas. Las familias conservan diseños propios y la trama conlleva un mensaje de identidad cultural, social y hasta político.
Así, el tejido en sí es mucho más que arte en hilos. Es memoria colectiva. Es aprendizaje que fluye de generación en generación y transmite la historia de los antepasados de un pueblo que se reinventa nuevamente en el telar que se apresta para una nueva creación.
Si alguna vez visitas el NOA, llévate su mapa cultural en la nueva trama de un tejido ancestral.


Disfruta aquí de este breve video sobre los Tejidos Andinos

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